
No me gusta ser una muerta viviente , la palabra Madurar siempre me ha sonado a manzana podrida , pasada e inservible . Asumir la edad madurar , cuando ya eres un reconocido triunfador , por tu edad , por tu estaus , cuando lo de ser sedentario se lleva en las entrañas , sin vivir el día a día .Cuando hasta para ir a la compra , lo programas y usas el teléfono , sin dejar resquicio a la improvisación , surge la inevitable verdad , el olor a podrido de la madurez , una momia viviente , que prepara su urna funeraria y su lugar en la necrópolis .Y como llegas hasta esa conclusión , son los años? , quizás el sufrimiento vital ? ....y solo queda romper lo petrificado , volver a reinventarse descubriendo las mil posibilidades que todos guardamos en nuestros sueños .....La rutina embota el corazon.
6 comentarios:
En "El viento y el león" el personaje de Sean Connery le dice a su acompañante: "¿No has hecho nunca nada por lo que merezca la pena perderlo todo?"
Vivir es huir de rutina, viajar de un amor a otro, vengarse del paso del tiempo diciendo: he amado y he llorado, y he roto cristales, tantos como labios y botones saltando de las camisas. Y quiero que en mi tumba diga: Ha vivido... :)
Me he apasionado... ups...
Besos Peggy... :)
Interesante blog. Me ha gustado mucho. Sigue así. Un beso.
Cuanta razón tienes y que difícil resulta poner en marcha unas soluciones tan sencillas. Yo ya no busco romper mi monotonía, sólo busco el placer en las pequeñas cosas, esas que antes se me escapaban entre los dedos.
Kiss
Alguna vez he oido que cada cierto tiempo (7 o 9 o....años según la fuente) hay que dar un cambio drástico a tu vida. Y no hay nada más cierto. Seguramente la propia vida te da la oportunidad y hay que aprovecharla.
Se me ocurre ahora mismo que "si quieres que algo cambie, provoca una crisis". Hay peligro, pero también hay oportunidades nuevas.
Un saludo.
Lo maduro está en su punto, Peggy, :) entre lo verde y lo podrido. Es un tránsito muy apetecible en su primer estadio.
Para mi lo monstruoso de madurar es precisamente vivir ese día a día que, como una pesada losa, ha caído sobre uno. La ilusión que trasciende ese inmovilismo aparentemente móvil del día a día podrá ser una locura, pero nos transporta a las alturas del ser, del estar vivo.
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